«Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.» -- San Mateo 10:22
Todo cristiano verdadero que se aparta de las costumbres, ritos y corrientes de este mundo, experimenta estas palabras proféticas de Jesús, pues es aborrecido primero por los de su casa, y luego por sus amistades, por cuanto ya no hace ni práctica las cosas que antes hacían juntos, en cambio el que ha sido perdonado por Jesús, hace las cosas que le agradan a Jesús, ayuda y ama al prójimo, lee la palabra de Dios, va a reuniones de oración, y de enseñanzas, tiene comunión con los que están interesados en las mismas cosas de Dios, y si le sobra algo de tiempo lo ocupa para evangelizar, entonces ya no tiene tiempo ni deseos para hacer lo que antes hacía. Es aborrecido también porque al ser perdonado logra ver el mundo de la manera real y empieza a ser luz a los que andan en tinieblas, es decir que empieza a llamar al pecado por su nombre y exhorta a quienes lo practican que lo dejen de hacer por el propio bien de ellos, y como los tales aman más el pecado y las tinieblas, le es intolerable todo aquel que le dice la verdad. Pero cerremos nuestros ojos y miremos un poco para atrás (de nuestras vidas) y veamos qué nosotros éramos igual, nosotros rechazábamos a todo aquel que nos hablaba de Cristo, pues amábamos más el pecado que otra cosa y nos deleitábamos en el, pero estoy seguro que aquel que me predicaba, al ver mi actitud se ponía triste por mi, y luego de hablarme del amor de Dios, doblaba sus rodillas y le pedía al Padre por mi, por mi alma, porque me quitara la venda del pecado, y seguro hasta lloraba por mi, porque sabía que si yo no era perdonado mi fin sería catastrófico. Así que ánimo hermano recuerda que por mucho que queramos hacer entender a nuestros parientes y amigos el amor de Dios, no podremos hacer nada, pues nuestras fuerzas son nulas, sólo Dios por medio de su Santo Espiritu es el que convence de pecado, así que mientras tanto seguiremos siendo aborrecidos pero no descansemos de predicar su palabra, pues sabemos que la fe viene por el oir, el oir por la palabra de Dios, y también estamos llamados a perseverar hasta el fin, pues el mismo Dios que nos cambió a nosotros, es el mismo Dios que quiere el cambio de todos, porque Él no quiere la muerte del que muere, sino que se vuelvan a Él!
Todo cristiano verdadero que se aparta de las costumbres, ritos y corrientes de este mundo, experimenta estas palabras proféticas de Jesús, pues es aborrecido primero por los de su casa, y luego por sus amistades, por cuanto ya no hace ni práctica las cosas que antes hacían juntos, en cambio el que ha sido perdonado por Jesús, hace las cosas que le agradan a Jesús, ayuda y ama al prójimo, lee la palabra de Dios, va a reuniones de oración, y de enseñanzas, tiene comunión con los que están interesados en las mismas cosas de Dios, y si le sobra algo de tiempo lo ocupa para evangelizar, entonces ya no tiene tiempo ni deseos para hacer lo que antes hacía. Es aborrecido también porque al ser perdonado logra ver el mundo de la manera real y empieza a ser luz a los que andan en tinieblas, es decir que empieza a llamar al pecado por su nombre y exhorta a quienes lo practican que lo dejen de hacer por el propio bien de ellos, y como los tales aman más el pecado y las tinieblas, le es intolerable todo aquel que le dice la verdad. Pero cerremos nuestros ojos y miremos un poco para atrás (de nuestras vidas) y veamos qué nosotros éramos igual, nosotros rechazábamos a todo aquel que nos hablaba de Cristo, pues amábamos más el pecado que otra cosa y nos deleitábamos en el, pero estoy seguro que aquel que me predicaba, al ver mi actitud se ponía triste por mi, y luego de hablarme del amor de Dios, doblaba sus rodillas y le pedía al Padre por mi, por mi alma, porque me quitara la venda del pecado, y seguro hasta lloraba por mi, porque sabía que si yo no era perdonado mi fin sería catastrófico. Así que ánimo hermano recuerda que por mucho que queramos hacer entender a nuestros parientes y amigos el amor de Dios, no podremos hacer nada, pues nuestras fuerzas son nulas, sólo Dios por medio de su Santo Espiritu es el que convence de pecado, así que mientras tanto seguiremos siendo aborrecidos pero no descansemos de predicar su palabra, pues sabemos que la fe viene por el oir, el oir por la palabra de Dios, y también estamos llamados a perseverar hasta el fin, pues el mismo Dios que nos cambió a nosotros, es el mismo Dios que quiere el cambio de todos, porque Él no quiere la muerte del que muere, sino que se vuelvan a Él!