Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios. --
Lucas 9:61-62
Es difícil despedirse de la familia y los amigos, de un lugar conocido y preciado, o de un trabajo o vecindario. En estos pasajes, nuestro Señor describe el costo de ser su discípulo. ¿Está el Señor pidiéndoles a sus seguidores que digan adiós a todo lo que consideran valioso? Aqui no hay una expresión que equivalga exactamente a la palabra adiós. Las expresiones que se usan para traducir este término significan, en realidad, «nos veremos de nuevo». A veces, convertirse en discípulo de Cristo puede significar que otros nos rechacen, pero no implica despedirse de las personas en el sentido de tener que olvidar todas las relaciones interpersonales del pasado. Decir adiós significa que Dios desea que lo sigamos con esta condición: de todo corazón. Entonces, volveremos a ver a las personas desde la perspectiva correcta. El Señor quiere lo mejor para nosotros, pero es necesario que le permitamos ser la prioridad sobre todo lo demás.
Muchas veces los sentimientos y lazos familiares seran estorbos para servir a Dios como el lo demanda y merece.
Simplemente un pecador, primero deberá despojarse de todo peso de pecado que le asedia y despues romper con todo aquello que no sea la prioridad en su vida la cual debe ser la persona de nuestro Rey y Salvador Jesucristo.
Lucas 9:61-62
Es difícil despedirse de la familia y los amigos, de un lugar conocido y preciado, o de un trabajo o vecindario. En estos pasajes, nuestro Señor describe el costo de ser su discípulo. ¿Está el Señor pidiéndoles a sus seguidores que digan adiós a todo lo que consideran valioso? Aqui no hay una expresión que equivalga exactamente a la palabra adiós. Las expresiones que se usan para traducir este término significan, en realidad, «nos veremos de nuevo». A veces, convertirse en discípulo de Cristo puede significar que otros nos rechacen, pero no implica despedirse de las personas en el sentido de tener que olvidar todas las relaciones interpersonales del pasado. Decir adiós significa que Dios desea que lo sigamos con esta condición: de todo corazón. Entonces, volveremos a ver a las personas desde la perspectiva correcta. El Señor quiere lo mejor para nosotros, pero es necesario que le permitamos ser la prioridad sobre todo lo demás.
Muchas veces los sentimientos y lazos familiares seran estorbos para servir a Dios como el lo demanda y merece.
Simplemente un pecador, primero deberá despojarse de todo peso de pecado que le asedia y despues romper con todo aquello que no sea la prioridad en su vida la cual debe ser la persona de nuestro Rey y Salvador Jesucristo.