“...me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé”
Cantar de los cantares 1:6
Siempre existe el peligro de descuidar nuestra propia viña por estar demasiado ocupados con la de otros. Se corre el riesgo, por ejemplo, de llegar a estar tan absorto con la evangelización del mundo que nuestra propia familia se pierde. Si Dios nos da hijos, éstos son nuestro campo de misión número uno. Cuando estemos delante del Señor, uno de los más grandes gozos será poder decir: “He aquí, yo y los hijos que Dios me dio”
Todas las alabanzas que brotan de las audiencias agradecidas no compensarán la pérdida de nuestros propios hijos e hijas.
Según las Escrituras, la responsabilidad comienza en casa. Jesús encargó: “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti”.A menudo parece que el lugar más difícil para evangelizar es nuestro propio casa. pero es ahí donde debemos empezar.
No cabe duda de que no podemos garantizar la salvación eterna de nuestros parientes y amigos pero debemos guardarnos de estar tan preocupados ministrando a los demás y abandonar a nuestro propio círculo familiar. Nuestra propia viña, en tales casos, debe tener prioridad.
Cantar de los cantares 1:6
Siempre existe el peligro de descuidar nuestra propia viña por estar demasiado ocupados con la de otros. Se corre el riesgo, por ejemplo, de llegar a estar tan absorto con la evangelización del mundo que nuestra propia familia se pierde. Si Dios nos da hijos, éstos son nuestro campo de misión número uno. Cuando estemos delante del Señor, uno de los más grandes gozos será poder decir: “He aquí, yo y los hijos que Dios me dio”
Todas las alabanzas que brotan de las audiencias agradecidas no compensarán la pérdida de nuestros propios hijos e hijas.
Según las Escrituras, la responsabilidad comienza en casa. Jesús encargó: “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti”.A menudo parece que el lugar más difícil para evangelizar es nuestro propio casa. pero es ahí donde debemos empezar.
No cabe duda de que no podemos garantizar la salvación eterna de nuestros parientes y amigos pero debemos guardarnos de estar tan preocupados ministrando a los demás y abandonar a nuestro propio círculo familiar. Nuestra propia viña, en tales casos, debe tener prioridad.